Los Próximos Tres Días cuenta la historia de un matrimonio que ve cómo todo cae en pedazos cuando a ella la acusan y encierran por asesinato. Está dirigida y guionizada por Paul Haggis.
Locke narra, en primera persona, el viaje de Ivan Locke, un trayecto en plena noche en el que la soledad de un coche en medio de la carretera servirá de marco espacial para que conozcamos el cambio de rumbo de una vida, llamadas telefónicas mediante. Está dirigida y guionizada por Steve Knight.
Son dos películas completamente diferentes. Una se desarrolla en un marco espacial amplio; la otra se ata a la opresiva duración de un desplazamiento. En la primera la historia se construye sobre mil detalles; en la segunda, Tom Hardy al volante es el único efecto especial. Pero ambas están conectadas.
A lo mejor es un efecto secundario, un matiz no buscado por los directores y guionistas, pero lo que une a las dos películas es el hermetismo. El hermetismo entendido como una manera de plantearnos historias que se fundamentan en esa incapacidad endémica del hombre a expresarse, a compartir.
Tanto Haggis como Knight fundamentan el principal valor de sus historias en los silencios, en lo que no se ha dicho, en lo que se ha mantenido en secreto de manera innecesaria. En ambas podemos pensar que los desarrollos habrían sido diferentes si sus protagonistas hubieran sabido comunicarse, transmitir.
Al margen de los potentes valores cinematográficos (que bien merecerían un espacio en enimaxes.com), la sutil presencia de esta falla en el carácter masculino es imprescindible para que ambas tengan pleno sentido. Sería interesante saber si sus directores contemplaban esta perspectiva, aunque supongo que siendo también guionistas no es algo accidental.
Podría extenderme, pero esto sólo quería ser un apunte, una pequeña celebración de esos matices que parecen indicar que, si bien los cambios parecen difíciles, empezamos a ser conscientes de ellos.
1 comentario
Hermético(s) | IG | In-formación · 14 septiembre, 2014 a las 17:42
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